ESTADIO LLENO, CORAZÓN CONTENTO regresar

No estar en un Mundial de Fútbol desde España ‘82 no es el único trauma que aqueja a los peruanos. Por décadas, los fanáticos locales avistaron los jets privados de sus artistas favoritos surcando el cielo patrio con destino a los grandes recitales que darían en Buenos Aires, Santiago o Río de Janeiro. Aterrizaban en el Jorge Chávez para cargar combustible o en caso de emergencia, pero jamás para entonar sus melodías.

Como señala el doctor en marketing Rolando Arellano, eran bandas locales las encargadas de copiar estilos de rock y traducir canciones a inicios de los sesenta. Los Doltons y Los Shains, por ejemplo, aprovechaban que las comunicaciones no eran tan globales para difundir géneros musicales escuchados en el extranjero. Pero con la aparición del vinilo y el furor que suscitó el documental de Woodstock, la cultura hippie arrasó en el país e incluso un gran suceso internacional estuvo a punto de ocurrir en 1971: el concierto que ofrecería Carlos Santana en el estadio de San Marcos. Cuenta la leyenda que la noche previa al evento, el cual se llevaría a cabo a la hora prudencial de la 1 pm, los muchachos celebraron a ritmo del ‘Abraxas’ en sus casas para evitar caer en manos de la ronda nocturna que vigilaba el toque de queda. Sin embargo, horas antes de que Santana iniciara su descarga de rock latino, el general Juan Velasco Alvarado exilió a los autores de ‘Samba pa ti’ por considerar, según el comunicado oficial, que sus actividades eran “contrarias a las costumbres del pueblo peruano y al objetivo moralizador del Gobierno Revolucionario”.

Durante años este fue considerado el gran concierto que nunca se dio, hasta que Michael Jackson reclamó la corona de decepciones musicales vividas en tierra Inca. Miles de niños lloraron con entrada en mano mientras escuchaban al Rey del Pop disculparse públicamente, pues no ofrecería el concierto programado para noviembre de 1993 debido a los juicios por abuso sexual en que debía comparecer.

Sin embargo, no todo ha sido un drama para el fan peruano. Durante los ochenta, en épocas de coches bomba y apagones, bandas como Indochine y Soda Stereo se atrevieron a venir y lograron llenar hasta en cuatro noches consecutivas el mítico Coliseo Amauta. Hoy, en tiempos de bonanza económica, nuestra capital se ha convertido en una plaza fija para grandes conciertos. Tal es el boom que el productor Jorge Ferrand, de Pro Art (artífice de la llegada de Paul McCartney), se pregunta si vivimos en Lima o Nueva York, pues entre setiembre y noviembre del 2011 se llevarán a cabo nada menos que 35 espectáculos. Y el panorama es surtido, pues dinosaurios como KISS, Metallica y Aerosmith escriben en sus cuentas de Twitter: “We love cebiche”, mientras que el imberbe Justin Bieber propicia el desmayo incluso en las pequeñas hijas del presidente Ollanta Humala.

 

PARA TODOS LOS GUSTOS

¿Qué se esconde detrás del milagro? En primer lugar, el peruano últimamente carga la billetera llena, lo cual le permite darse un lujo mensual para ver a estos artistas que convocan a un público masivo. Y es que quienes nos visitan con mayor frecuencia hacen rock de estadio: se trata de músicos consagrados internacionalmente, por lo que el empresario se anima a apostar porque el éxito comercial está casi asegurado.

De todos modos, el bombardeo de eventos tiene un lado negativo para los productores, pues la agenda es tan apiñada que el espectador termina haciendo sacrificios. Si acude a Red Hot Chili Peppers obvia Tears for Fears, pues dos conciertos espaciados por dos semanas representan un gasto excesivo para la mayoría. De esta manera, el 80% de conciertos en el 2011 ha generado pérdidas.

“Han desaparecido los códigos”, asegura Ferrand. “Hace 33 años, si Jorge Fernández traía a Juan Luis Guerra y a mí me ofrecían a Luis Miguel para el mismo mes, yo le decía al manager que lo pasemos para el mes siguiente… Julio siempre era para los circos y en diciembre no se hacían shows porque todo estaba dirigido a Navidad y Año Nuevo, así el público no andaba gastado”, agrega.

A pesar de ello, las cosas van por buen camino. Aún los impuestos son altos y no hemos superado a Argentina o Brasil en cultura de conciertos, pero hemos desplazado a Colombia como epicentro de las giras sudamericanas, lo cual hace que peregrinen a Lima fans de Ecuador, Bolivia o Venezuela. La congresista LUCIANA LEÓN, responsable de la llamada “ley de conciertos”, señala que el desarrollo del país se beneficia de los eventos culturales a través de la recaudación de impuestos y el turismo. Otro beneficio importante es que estos espectáculos dan trabajo: aparte del equipo que trae cada grupo, son 800 personas quienes prestarán sus servicios para llevar a cabo el concierto de Pearl Jam, por ejemplo. Y artistas de la talla de Elton John o Paul McCartney llegan a convocar hasta 3 mil profesionales.

Igual, hay mucho camino por recorrer. Muchos se preguntan por qué todavía no hay un festival de rock en Lima. Según Alberto Menacho, de TQ Producciones (quien ha traído artistas como Megadeth), “el sector empresarial aún no ve el concierto como un medio de publicidad. No ocurre lo mismo en Argentina, donde Quilmes o Personal bautizan festivales con sus marcas”. Por otro lado, explica que el motivo para que las bandas no se presenten en otros puntos del país es más que nada por un tema de logística: “Pearl Jam en Cusco sería genial, pero también un caos. ¿Cómo movilizamos y dónde metemos a 40 mil personas?”. Es cuestión de que los gobiernos regionales, que aún no cuentan con la infraestructura adecuada, se pongan las pilas.

Y sin embargo, la rueda ya empieza a girar. Aprovechando los festivales sudamericanos, los productores han emprendido hazañas para que bandas alternativas que hace algunos años no vendrían así los chanchos volaran (como Sonic Youth y The Kills) hagan escala en Lima. Asimismo, Christian Fernández, de Fénix (responsable de la llegada de Justin Bieber) vio la escena musical saturada y se ha animado a presentar a la banda australiana INXS este 3 de noviembre en Arequipa, lo cual representa uno de los primeros pasos hacia una descentralización cultural.

¿Quiénes vienen en los próximos meses? La oferta es surtida: Eddie Vedder rugirá como siempre lo ha hecho al frente de Pearl Jam, Britney Spears se mostrará repuesta de sus excesos y, el próximo año, Sir Elton John encandilará a 35 mil fanáticos en el Estadio Nacional. Por si fuera poco, corren rumores de la llegada de U2, así que seguiremos rompiendo el chanchito para volverlo a pegar, una y otra vez, con la absoluta certeza de que la felicidad no tiene precio. (Gabriel Meseth)

Fuente:  Ellos y Ellas